Mi isla desierta está repleta de vida. Me falta amueblarla, ya lo dijimos ayer, y tengo la desventaja de que no quiero desvelar mi identidad: soy alguien incógnito. Y digo que está repleta de vida porque el tráfago me está ahogando.
Personalmente esto me ha pasado factura, y creo que tardaré dos o tres semanas en ser el mismo de antes. Profesionalmente la vuelta de vacaciones ha traído el enemigo a las puertas, tanto en mi trabajo como mi empresa. Y encima me he comprado un coche caro, muy caro. Yo diría que por encima de mis posibilidades.
Era algo que venía sopesando y meditando desde hacía un año, viendo pros y contras, y ahora he tomado la decisión. Arriesgada y segura a la vez. Puedo permitírmelo económicamente, y si me sale mal afrontar lo que venga (si esto no fuese así no lo haría), pero si me sale mal tendré que llevar en mi mochila el peso de esa decisión desacertada, de otra decisión fallida. Últimamente llevo demasiado peso en la mochila.
Ya os contaré. Éste es mi mensaje en una botella.
Traicionando a quien más se lo merece
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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