Es algo que me ocurre yo diría que siempre. Siempre que la situación se pone crítica, siempre que todo se avalancha sobre mí. Simplemente me quedo un poco abrumado, como si nada fuera conmigo, de brazos cruzados. Quizá porque sé lo que se me viene encima y me empeño en negarlo para ver si, de rebote, me despierto y ha sido una mala pesadilla (como las que tengo noche sí noche no).
Siempre me pasa igual. Luego llega un día en que asumo que no queda sino batirse, y empiezo a muerte. O se me viene todo encima y no queda más remedio que arrostrarlo.
Ahora estoy en ojo del huracán, cansado de esperar el fin.
Traicionando a quien más se lo merece
lunes, 28 de enero de 2008
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