Sin tiempo ni lugar para la melancolía, la tónica de estos días es ir disparando a lo primero que se mueva, ir achicando agua y esperar, relacionado con la esperanza más que con la espera, que todo vuelva a su cauce.
De nuevo hay un par de heridas nuevas en el costado, que ya no duele porque no cabe más dolor, y la resignación de que el mundo es así, imparable e inerte, y de vez en cuando hay que dejarlo que ruede libre, sentarnos un poco a ver qué pasa, descansar.
Pero pronto avistaremos velas en lontananza y habrá de nuevo zafarrancho, que la vida no entiende de descanso ni de merecimientos. Es cuando dices para ti o para los tuyos aquello de no queda sino batirse.
Sigamos escuchando lentamente a Quique González, a Ismael Serrano, y sigamos soñando que se cumplen algunos sueños.
Traicionando a quien más se lo merece
martes, 2 de octubre de 2007
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