Llamé al cielo y no me oyó,
y ya que sus puertas me cierra
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.
No puedo evitarlo, ya me conocéis. Si bien mi mente y mi corazón y mi espíritu tienen los 12 ó 15 años de antaño, como coincidía conmigo Tony Leblanc, me voy dando cuenta de que el tiempo pasa y tengo que ir desistiendo de aventuras equinocciales que, como a Lope de Aguirre, no llevan a ningún sitio. Pero lo bueno de ir a Ítaca, recordad, era el camino. El hermoso camino.
Traicionando a quien más se lo merece
martes, 18 de diciembre de 2007
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