Traicionando a quien más se lo merece

lunes, 10 de diciembre de 2007

Bancos

Imagínese un comercio, pongamos un centro comercial, que abra sólo de 9 a 14 horas. Si usted quiere comprar tendrá que pedir permiso en el trabajo para ir a hacerlo, o no trabajar. Además, si quiere comprar un electrodoméstico, como eso da mucho trabajo al comercio, sólo podrá hacerlo los jueves de 10 a 11 en determinado mostrador. Lo mismo para la ropa, pero esta vez los miércoles y viernes de 10 a 11,30. No podrá comprar ropa o electrodomésticos fuera de esos días y esas horas. Si su compra es inferior a 25 euros, no podrá ir a mostradores y tendrá que hacerla en máquinas expendedoras automáticas...

Además de esto, le inundarán a publicidad, llamadas telefónicas y le harán sentirse que es usted el que está al servicio de este comercio.

¿Usted cree que un comercio así funcionaría? ¿El Corte Inglés, por ejemplo?

Pues piense en su banco. Un negocio privado, que coge el dinero suyo, me lo presta a mí y nos cobra a los dos. Que los vergonzosos beneficios se los lleva una persona, y no revierten en la sociedad. Que sólo cobran recibos cuando ellos quieren, sólo pagan la lotería cuando mejor les viene, sólo abren durante mi horario laboral, y cuando necesito dinero debo demostrar que no lo necesito para que me lo den...

Cabrones usureros. Como decía Mafalda, el mundo está muy enfermo.

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