Me las prometía muy felices en mi post anterior, pero el fin de semana, la meditación y leer a Javier Marías me han hecho repensar el tema de mi entrada anterior. Por mucho que quiera consolarme y me empecine en negarlo, yo sí he cruzado mi línea de sombra.
Ya no controlo mi vida, la vida me arrastra. Llevo una dirección y, de vez en cuando un golpe de timón me dirige hacia acá o acullá, pero ya no puedo elegir a donde voy: voy en la dirección que elegí hace mucho, mucho tiempo.
No puedo cambiarla, o cambiarla me supondría un desgaste enorme, desgaste que a partir de ciertas edades cuesta más y más asumir, y a veces no se puede ni pagar la deuda, que acaba contigo. Yo crucé mi línea de sombra.
Pero es inevitable: todos terminamos por hacerlo. Yo creo que la crucé con más dignidad, con más acierto. Cuando llegó el momento, cuando tuve mi momento decidí y asumí mis errores; y así estoy aquí y ahora. Para bien y para mal,
Traicionando a quien más se lo merece
lunes, 5 de noviembre de 2007
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