Pues eso. Días aciagos, pero la vida es así. Aciagos más para otros que para mí, pero no por eso se deja de sembrar la incertidumbre en mi conciencia, como a casi todo aquel que le da de pensar, para su desgracia, siempre para acrecentar su desgracia.
Os pongo, escasos lectores en precedentes. Tengo un compañero (sufrida palabra que no siempre tiene el significado deseado) que desde hace unos años se dedicó, aprovechando la estructura del grupo, a incrementar su currículum con vistas a una futura habilitación. Por donde quiera que fue la razón atropelló, la virtud escarneció, a la justicia burló...
Llegó el tiempo, con la mochila cargada, la mía y de varios, y acaeció la habilitación. Aquello fue una humillación en toda regla por parte del tribunal, que había decidido de antemano a quiénes iba a dejar pasa, obviamente no todos ellos con méritos suficientes. Si bien este hombre se rasgaba las vestiduras y clamaba al cielo pidiendo justicia como todos, se olvidó de todo cuando pasó la prueba. Hay que reconocer que su currículum es brillante, pero no ha obrado como un caballero para obtenerlo. De hecho, se olvidó decirme que había aprobado.
Yo, que no tenía el mejor currículum del mundo, consideré que ante tamaña injusticia no quedaba sino reclamar; quizá ésta sea la única forma que tenemos de evitar que todo vuelva a ocurrir. Reclamamos junto con más gente y, como mandan los cánones, se me olvidó decirle que había reclamado. Cuando se enteró dejó de dirigirme la palabra.
Me encanta esa gente que hay que respetar a toda costa, dejarla hacer lo que quiere, pero que en cuanto tú no haces lo que conviene toma sus particulares medidas. Esto no hizo más que colmar la gota del mal ambiente en el grupo de investigación.
Y mira tú por donde que, para mi sorpresa, admiten la reclamación y anulan la prueba. Algo debía de oler a podrido en Dinamarca. Los habilitados virtuales tienen que repetir la prueba, algunos que hasta incluso habían pedido ya la promoción...
El lunes, cuando me enteré, estaba jodido. Empecé a escribir esto con mucho dolor y pesar. Había fastidiado indirectamente, al firmar la petición, a dos compañeros que había aprobado en una prueba injusta, pero que posiblemente se lo merecieran.
Pero pasa el tiempo, te enteras de cosas, pasas cuentas y pienso que cada uno debe hacer lo que cree que es justo, y debe defender a los amigos y a sí mismo. Y que duele que alguien sea perjudicado, aunque siempre hay que mirar atrás y ver qué pasó para llegar hasta ese punto del camino.
Lo malo de todo esto es que ser cobarde vale la pena y ser valiente sale caro. Justo al revés...
Traicionando a quien más se lo merece
martes, 13 de noviembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario