Traicionando a quien más se lo merece
jueves, 29 de noviembre de 2007
martes, 27 de noviembre de 2007
Reverte, cómo no
Y es que, en realidad, para esos charlatanes que nunca pierden ningún tren porque se suben a todos en marcha, capaces incluso, cuando averiguan por dónde irá la vía, de correr delante de la locomotora, no es cuestión de que la pintura histórico-romántica del XIX dignifique el nuevo museo del Prado. Es éste, o más bien su actualidad mediática, que les ofrece suculentos pastos en columnas, tertulias y suplementos culturales, lo que para ellos convierte en obra maestra cualquier cosa que se meta dentro: pintura histórica, grafitis del Metro o maceta con geranios. Y ahora, esos imperdonables oportunistas –los mismos que babean con Clint Eastwood, por ejemplo, después de treinta años llamándolo fascista– aplauden, graves y doctos, La muerte de Lucrecia o La lectura de Zorrilla con el turbio entusiasmo y sapiencia impostada del advenedizo dispuesto, no a hacerse perdonar o admitir, sino a imponerse arrogante, una vez más, sobre los honrados fieles de toda la vida. A los que, por supuesto, vienen dispuestos a dar lecciones.
lunes, 26 de noviembre de 2007
Venecia sin ti
Vuelvo de Venecia, el viaje que me ha mantenido alejado de este blog y de los míos durante casi una semana.
"En sus memorias, Goethe nos cuenta, deslumbrado, sus impresiones de Venecia, ciudad donde permaneció desde el 28 de septiembre al 16 de octubre de 1786, paseando por las calles y plazas, navegando en góndola por los canales, contemplando el cielo y los monumentos, yendo al teatro y viendo y admirando en los palcos a las damas venecianas. Las góndolas le recordaban su infancia, ya que, según cuenta, su padre le trajo, de un viaje que acababa de efectuar por Italia, la diminuta y fiel copia de una de estas típicas embarcaciones. El pequeño Goethe quedó muy contento con el juguete y lo hacía deslizar por las bruñidas superficies de los muebles familiares.
Kosmas, como Goethe, quedó deslumbrado en Venecia mientras descubría, emocionado, la maravillosa ciudad insular, la soberbia república de los castores, y se decía que aquella ciudad no se parecía a ninguna otra, y que cuando los pueblos del norte, los bárbaros, estaban sumergidos en la ignorancia, Venecia era ya una ciudad civilizada, éclairée, habiendo sido siempre mimada por Rávena, y en todas las épocas."JOAN PERUCHO: "Las aventuras del caballero Kosmas"
Hoy Venecia sin ti, infestada de turistas, enamora, pero no tanto. En el siglo pasado, aquel privilegiado que llegaba a Venecia podía morir tranquilo de haber visto una maravilla del mundo. Hoy, pobre y decrépita, como todas las Ítacas, retiene parte de lo que tuvo, pero Venecia sin ti no es nada, nunca.martes, 20 de noviembre de 2007
Me voy de viaje
Intento achicar aguas en todos los frentes de mi vida, pero es difícil y no se ve el fndo. Y aún así sigo porque sé seguro, es lo único seguro que sé en esta vida, que es lo único que puedo hacer que tenga algún efecto en la misma.
Esta madrugada parto hacia lejanas tierras, por 5 días, con la tristeza de dejar seres queridos y la futilidad, la inanidad de todo lo que hacemos, todo aquello que nada puede hacer por evitar la muerte.
Odio a Audi y a Timberland. Cabrones...
Esta madrugada parto hacia lejanas tierras, por 5 días, con la tristeza de dejar seres queridos y la futilidad, la inanidad de todo lo que hacemos, todo aquello que nada puede hacer por evitar la muerte.
Odio a Audi y a Timberland. Cabrones...
martes, 13 de noviembre de 2007
En finx...
Pues eso. Días aciagos, pero la vida es así. Aciagos más para otros que para mí, pero no por eso se deja de sembrar la incertidumbre en mi conciencia, como a casi todo aquel que le da de pensar, para su desgracia, siempre para acrecentar su desgracia.
Os pongo, escasos lectores en precedentes. Tengo un compañero (sufrida palabra que no siempre tiene el significado deseado) que desde hace unos años se dedicó, aprovechando la estructura del grupo, a incrementar su currículum con vistas a una futura habilitación. Por donde quiera que fue la razón atropelló, la virtud escarneció, a la justicia burló...
Llegó el tiempo, con la mochila cargada, la mía y de varios, y acaeció la habilitación. Aquello fue una humillación en toda regla por parte del tribunal, que había decidido de antemano a quiénes iba a dejar pasa, obviamente no todos ellos con méritos suficientes. Si bien este hombre se rasgaba las vestiduras y clamaba al cielo pidiendo justicia como todos, se olvidó de todo cuando pasó la prueba. Hay que reconocer que su currículum es brillante, pero no ha obrado como un caballero para obtenerlo. De hecho, se olvidó decirme que había aprobado.
Yo, que no tenía el mejor currículum del mundo, consideré que ante tamaña injusticia no quedaba sino reclamar; quizá ésta sea la única forma que tenemos de evitar que todo vuelva a ocurrir. Reclamamos junto con más gente y, como mandan los cánones, se me olvidó decirle que había reclamado. Cuando se enteró dejó de dirigirme la palabra.
Me encanta esa gente que hay que respetar a toda costa, dejarla hacer lo que quiere, pero que en cuanto tú no haces lo que conviene toma sus particulares medidas. Esto no hizo más que colmar la gota del mal ambiente en el grupo de investigación.
Y mira tú por donde que, para mi sorpresa, admiten la reclamación y anulan la prueba. Algo debía de oler a podrido en Dinamarca. Los habilitados virtuales tienen que repetir la prueba, algunos que hasta incluso habían pedido ya la promoción...
El lunes, cuando me enteré, estaba jodido. Empecé a escribir esto con mucho dolor y pesar. Había fastidiado indirectamente, al firmar la petición, a dos compañeros que había aprobado en una prueba injusta, pero que posiblemente se lo merecieran.
Pero pasa el tiempo, te enteras de cosas, pasas cuentas y pienso que cada uno debe hacer lo que cree que es justo, y debe defender a los amigos y a sí mismo. Y que duele que alguien sea perjudicado, aunque siempre hay que mirar atrás y ver qué pasó para llegar hasta ese punto del camino.
Lo malo de todo esto es que ser cobarde vale la pena y ser valiente sale caro. Justo al revés...
Os pongo, escasos lectores en precedentes. Tengo un compañero (sufrida palabra que no siempre tiene el significado deseado) que desde hace unos años se dedicó, aprovechando la estructura del grupo, a incrementar su currículum con vistas a una futura habilitación. Por donde quiera que fue la razón atropelló, la virtud escarneció, a la justicia burló...
Llegó el tiempo, con la mochila cargada, la mía y de varios, y acaeció la habilitación. Aquello fue una humillación en toda regla por parte del tribunal, que había decidido de antemano a quiénes iba a dejar pasa, obviamente no todos ellos con méritos suficientes. Si bien este hombre se rasgaba las vestiduras y clamaba al cielo pidiendo justicia como todos, se olvidó de todo cuando pasó la prueba. Hay que reconocer que su currículum es brillante, pero no ha obrado como un caballero para obtenerlo. De hecho, se olvidó decirme que había aprobado.
Yo, que no tenía el mejor currículum del mundo, consideré que ante tamaña injusticia no quedaba sino reclamar; quizá ésta sea la única forma que tenemos de evitar que todo vuelva a ocurrir. Reclamamos junto con más gente y, como mandan los cánones, se me olvidó decirle que había reclamado. Cuando se enteró dejó de dirigirme la palabra.
Me encanta esa gente que hay que respetar a toda costa, dejarla hacer lo que quiere, pero que en cuanto tú no haces lo que conviene toma sus particulares medidas. Esto no hizo más que colmar la gota del mal ambiente en el grupo de investigación.
Y mira tú por donde que, para mi sorpresa, admiten la reclamación y anulan la prueba. Algo debía de oler a podrido en Dinamarca. Los habilitados virtuales tienen que repetir la prueba, algunos que hasta incluso habían pedido ya la promoción...
El lunes, cuando me enteré, estaba jodido. Empecé a escribir esto con mucho dolor y pesar. Había fastidiado indirectamente, al firmar la petición, a dos compañeros que había aprobado en una prueba injusta, pero que posiblemente se lo merecieran.
Pero pasa el tiempo, te enteras de cosas, pasas cuentas y pienso que cada uno debe hacer lo que cree que es justo, y debe defender a los amigos y a sí mismo. Y que duele que alguien sea perjudicado, aunque siempre hay que mirar atrás y ver qué pasó para llegar hasta ese punto del camino.
Lo malo de todo esto es que ser cobarde vale la pena y ser valiente sale caro. Justo al revés...
lunes, 12 de noviembre de 2007
P.D. Hoy me enterado que una reclamación que hice antes unas injustas y vergonzosas pruebas de habilitación ha prosperado. Cosas veredes. Aún con todo, hoy es un buen día porque siento en mis huesos que se ha hecho justicia. Ya recodaréis aquello de que donde hay poca justicia es peligroso tener razón.
viernes, 9 de noviembre de 2007
Doble fila
Así estoy yo sin ti, con mi corazón aparcado en doble fila...
Ando estos vagabundeando
de tu mano fría hasta el final del mundo
y duermo en doble fila, vivo a todo trapo.
Esta es la vida que yo quería para mí,
pero no es la vida que tú querías para mí.
Ando estos días aterrorizado
con tus pesadillas y me estoy robando
cada día por ser cada noche más gallo.
Y esta es la vida que yo quería para mí
pero no es la vida que tú querías…
Díselo, cuéntaselo de una forma sencilla.
Seguiré aparcado en tu doble fila.
Ando estos vagabundeando
de tu mano fría hasta el final del mundo
y duermo en doble fila, vivo a todo trapo.
Esta es la vida que yo quería para mí,
pero no es la vida que tú querías para mí.
Ando estos días aterrorizado
con tus pesadillas y me estoy robando
cada día por ser cada noche más gallo.
Y esta es la vida que yo quería para mí
pero no es la vida que tú querías…
Díselo, cuéntaselo de una forma sencilla.
Seguiré aparcado en tu doble fila.
martes, 6 de noviembre de 2007
lunes, 5 de noviembre de 2007
La sombra del viento
Dice Javier Marías en la tercera parte de su novela que, por mucho tiempo que hayas deseado algo a alguien, llega un momento, llega un día en que te levantas y te das cuenta de que eso ha dejado de obsesionarte: esa persona, ese objetivo, ese sueño. Tan sólo una noche y nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Zapatero y Sarkozy
En esta crisis del Chad, en la que han detenido a unos cuantos europeos con o sin razón, me tengo que hacer, no tengo más remedio, unas cuantas preguntas.
- ¿Qué hubiese pasado si hubiesen sido estadounidenses?
- ¿Por qué ha ido Sarkozý a defender a unos compatriotas, y no ha ido Zapatero a lo propio?
La línea de sombra (II)
Me las prometía muy felices en mi post anterior, pero el fin de semana, la meditación y leer a Javier Marías me han hecho repensar el tema de mi entrada anterior. Por mucho que quiera consolarme y me empecine en negarlo, yo sí he cruzado mi línea de sombra.
Ya no controlo mi vida, la vida me arrastra. Llevo una dirección y, de vez en cuando un golpe de timón me dirige hacia acá o acullá, pero ya no puedo elegir a donde voy: voy en la dirección que elegí hace mucho, mucho tiempo.
No puedo cambiarla, o cambiarla me supondría un desgaste enorme, desgaste que a partir de ciertas edades cuesta más y más asumir, y a veces no se puede ni pagar la deuda, que acaba contigo. Yo crucé mi línea de sombra.
Pero es inevitable: todos terminamos por hacerlo. Yo creo que la crucé con más dignidad, con más acierto. Cuando llegó el momento, cuando tuve mi momento decidí y asumí mis errores; y así estoy aquí y ahora. Para bien y para mal,
Ya no controlo mi vida, la vida me arrastra. Llevo una dirección y, de vez en cuando un golpe de timón me dirige hacia acá o acullá, pero ya no puedo elegir a donde voy: voy en la dirección que elegí hace mucho, mucho tiempo.
No puedo cambiarla, o cambiarla me supondría un desgaste enorme, desgaste que a partir de ciertas edades cuesta más y más asumir, y a veces no se puede ni pagar la deuda, que acaba contigo. Yo crucé mi línea de sombra.
Pero es inevitable: todos terminamos por hacerlo. Yo creo que la crucé con más dignidad, con más acierto. Cuando llegó el momento, cuando tuve mi momento decidí y asumí mis errores; y así estoy aquí y ahora. Para bien y para mal,
jueves, 1 de noviembre de 2007
La línea de Sombra
Según Joseph Conrad, en su novela homónima, llega una edad en la que toda persona cruza una imaginaria, pero no por ello menos dramática, a partir de la cual no es dueño de su vida, en la que la vida da cuenta de uno si uno no ha dado cuenta de ella, ya ha hecho todas las elecciones posibles y las que no hizo se alejan irremisiblemente y la vida, desde fuera, ya nos arrastra sin control. El paso de la juventud a la madurez, con todo lo que ello nos condena. Se acabaron las páginas en blanco, las líneas de salida, los retos a batir.
Es uno de mis mayores temores. Cruzar esa línea de sombra. Llegar a un punto en el que tenga la absoluta certeza de que no hay retorno, no hay escape; decir adiós a sueños y posibilidades para siempre.
La edad de la línea de sombra que marcó Joseph Conrad se ha elongado, la vida ha cambiado, el mundo se ha hecho mayor, por desgracia. Pero, aún con todo, creo que esa línea de sombra, la juventud es un estado de ánimo que no depende única y exclusivamente de la edad.
En cierta medida la edad y la vida, las responsabilidades y el trabajo me arrastran, he cruzado la línea de la sombra. Pero me gusta lo que hago, con reservas, y me consuelo creyendo que puedo volver a cruzar la línea en sentido contrario, me consuelo creyendo que de hecho lo hago, me planteo retos y trato de llegar más lejos, sabiendo que la línea de sombra, el horizonte que la noche dicta, que proyecta irremisiblemente sobre nosotros, me alcanzará y me superará y llegará un día en que no podré escapar de la sombra. Ahora me consuelo creyendo que bailo sobre la línea de sombra.
Y también me consuela ver a mucha gente, más joven que yo, con más estudios o más guapa, que hace tiempo que cruzó la línea de sombra, hace tiempo que se resignó, que perdió el control de sí mismo por su futuro y la vida ya se lo marca, ya lo arrastra. Me consuelo porque creo que estoy más vivo que ellos.
O quizá todo sea mentira.
Es uno de mis mayores temores. Cruzar esa línea de sombra. Llegar a un punto en el que tenga la absoluta certeza de que no hay retorno, no hay escape; decir adiós a sueños y posibilidades para siempre.
La edad de la línea de sombra que marcó Joseph Conrad se ha elongado, la vida ha cambiado, el mundo se ha hecho mayor, por desgracia. Pero, aún con todo, creo que esa línea de sombra, la juventud es un estado de ánimo que no depende única y exclusivamente de la edad.
En cierta medida la edad y la vida, las responsabilidades y el trabajo me arrastran, he cruzado la línea de la sombra. Pero me gusta lo que hago, con reservas, y me consuelo creyendo que puedo volver a cruzar la línea en sentido contrario, me consuelo creyendo que de hecho lo hago, me planteo retos y trato de llegar más lejos, sabiendo que la línea de sombra, el horizonte que la noche dicta, que proyecta irremisiblemente sobre nosotros, me alcanzará y me superará y llegará un día en que no podré escapar de la sombra. Ahora me consuelo creyendo que bailo sobre la línea de sombra.
Y también me consuela ver a mucha gente, más joven que yo, con más estudios o más guapa, que hace tiempo que cruzó la línea de sombra, hace tiempo que se resignó, que perdió el control de sí mismo por su futuro y la vida ya se lo marca, ya lo arrastra. Me consuelo porque creo que estoy más vivo que ellos.
O quizá todo sea mentira.
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