Hace muchos, muchos años, en una galaxia muy muy lejana, yo trabajaba en una empresa de ámbito médico hospitalario llamada Dextromédica. Fueron tiempos épicos, donde personalmente aprendí muchísimo y viví muchas cosas (y más porque no me atreví y no os imagináis lo que me arrepiento ahora).
Pues en La Coruña fui a poner en marcha un equipo de control de aceleradores médicos al Oncológico de Galicia. Yo no sé si el Galicia o los gallegos, pero amo ir a esa tierra. La gente de allí siempre me ha tratado bien y, en aquel caso, los físicos, Carlos Losada y Agustín Fernández, me trataron a las mil maravillas. Estuve muy a gusto trabajando con ellos, en un entorno precioso. A Carlos lo recuerdo como todo un físico y un caballero, me recordaba a mis buenos profesores de la facultad; a Carlos, que tenía mi edad, era un chico amable que creo recordar que tenía un 2CV amarillo con el que me bajó al hotel alguna vez y era un buen tío muy curioso. Además, se llamaba Agustín, y eso en mi familia es garantía de calidad.
No śe por qué siempre los he recordado con cariño, con agrado y más de una vez me he preguntado qué habría sido de ellos; añoro demasiado, tenho morrinha de aquellos tiempos duros y felices.
El sábado pasado mi mujer, navegando por la web, me dijo que la fnac había un concurso de microrrelatos al que me podía presentar (me lo estoy pensando). El presidente del jurado (me dijo el nombre pero presto nula atención a los nombres) era un escritor que tenía ciertas obras de título casi hilarante, pero ahí estaba el gachó.
Hoy lunes, en lugar de trabajar, me he puesto a mirar esto de la fnac, y he visto el currículum del tío en cuestión. El nombre, Agustín Fernández Mallo, no me sonaba nada (soy penoso para los nombres), pero al ver le la cara me dije: "¡A este tío lo conozco!". Cuando tiro de Google y veo que es físico, trabaja en medicina nuclear y ahora está en Palma de Mallorca, confirmo mis sospechas.
En aquellos tiempos (1993) ya me comentaba que su futuro en el Oncológico estaba crudo, que Carlos estaba intentando que se quedara pero que no sabía qué iba a ser de él. Las vueltas que da el mundo.
Quizá me gustaría ganar ese premio sólo por volver a verlo.
Traicionando a quien más se lo merece
lunes, 21 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario